Utilizar el título de esta magnífica obra de William Shakespeare para describir el proceso iniciado para la eventual salida del Reino Unido de Gran Bretaña de la Unión Europea, podría ser más que adecuado. Una obra en la que se tratan temas de gravedad, cosas del querer, intrigas y enredos para terminar en un final feliz. Discúlpenme si les parece que banalizo la situación, nada más lejos de mi intención, al contrario, el presente artículo pretende dar respuesta a algunas de las cuestiones que nuestros clientes y contactos nos formulan de cara a una eventual salida del Reino Unido de la Unión Europea y hacer ver que, en el caso de que ocurra ,la situación puede no ser tan dramática (al menos para el resto de países, tengo más dudas sobre las graves implicaciones que traerá para el Reino Unido), no olvidemos que el reino Unido no es parte de la zona Euro.
Hasta la fecha lo más lúcido que he leído en esta materia se contiene en un resumen recibido de nuestros colegas Farrer & Co. en Londres, y que puede leerse en su versión en inglés, escrita por la abogado Marie Bates, en: http://www.farrer.co.uk/Global/Briefings/Brexit%20-%20Will%20it%20happen%20-%20What%20happens%20if%20it%20happens.pdf.
En primer lugar, la permanencia supondrá la continuidad del Reino Unido sujeta a una modificación de sus relaciones con la UE, la salida supondrá el cese del Reino Unido como miembro. Por tanto, los votantes británicos que estén a favor de permanecer en la UE ya cuentan con la ventaja de que su permanencia lo será ajustada a los acuerdos previos a los que el Gobierno de Cameron ha llegado con la UE. A febrero de 2016, 129 miembros conservadores del Parlamento (en el Gobierno), de los 330, ha manifestado su apoyo a la salida. La gran mayoría de los laboristas aboga por la permanencia otros grupos u organizaciones pueden hacer campaña si se han registrado a ese efecto debidamente, y las grandes compañías inglesas y en particular de la City han mostrado su favor a la permanencia.
El resultado es a día de hoy, no obstante, incierto. Pero digamos que los británicos deciden salir. Lo más importante es que a corto plazo no sucedería gran cosa. El país que ejercita esta opción debe dar un preaviso al Consejo Europeo de al menos dos años periodo durante el cual las partes deben negociar los términos de la salida y en un proceso complejo y farragoso encaminado a que la interrupción de la vinculación sea lo menos destructiva posible y más importante se tomarán decisiones por las que las relaciones con el Reino Unido se basen en existentes acuerdos como miembro. En el Reino Unido el Parlamento deberá derogar expresamente o modificar aquellas leyes que hayan sido promulgadas basadas en el Derecho Comunitario y abolir aquellas que decididamente no se quiera formen parte de la legislación nacional.
Sin embargo, no resulta claro para los británicos que muchas de esas leyes que han otorgado libertades o derechos a sus ciudadanos puedan ahora ser abolidas y revertidos los derechos, podrían optar en esos casos por mantener las leyes y de ese modo transformar su sistema legal en una mezcla de legislación propia y comunitaria procedente de su etapa dentro de la Unión. Pudiera producirse y no resulta claro aún, que los tribunales ingleses tuvieran que recurrir a la interpretación o jurisprudencia de la UE para la interpretación de algunas leyes aun estando fuera de la UE.
Llama la atención que efectivamente si el Reino Unido decide salir de la Unión Europea, los contratos con empresas en ese país pueden verse afectados y sea necesario incluir cláusulas de fuerza mayor o terminación si las partes creen que la salida de la Unión Europea pueda afectar el contrato.
¿Y qué pasaría después? No hay duda, en mi opinión, que, de suceder este hecho, el Reino Unido buscaría una formula similar a la de Suiza por ejemplo para mantenerse en la Unión Europea tomando ventaja de acuerdos y tratados, pero sin estar dentro como miembro o entrando en un potente Tratado de Libre Comercio. Quedaría claro entonces que todo el tema se circunscribe a un tema político de soberanía, de orgullo nacional quizás, que traerá grandes quebraderos de cabeza a los británicos. ¿Acaso el primero de ellos no fue ya el referéndum de sucesión planteado en Escocia? ¿Cuál era el beneficio de Escocia en seguir siendo miembro del Reino Unido si esta no formaba parte de la Unión Europea y cual el beneficio de ser Escocía directamente miembro?
Creo que al final, como en la obra de Shakespeare, todos se reconciliaran y habrá grandes festejos para continuar juntos el camino.
Si este tema les preocupa en relación con sus actividades comerciales y contratación con el Reino Unido no duden en ponerse en contacto con Rafael Truan Blanco o su contacto habitual en la firma.
Director de Internacional
Marzo 2016